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| Hasta los perrines subían a trote, sabian que su dueño estaba al otro lado del puerto, |
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| ella sabia que su amor estaba en el km 31, al otro lado del puerto, |
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| era como subir al cielo, |
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| no era por el beso, ni tampoco por la promesa, juntarse allí, era VOLVER A CASA JUNTO A SU AMOR. |
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| Eran los últimos días del año, y los primeros del invierno, quizá la primera nevada, |
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| la belleza nos rodeaba |
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| después de intentar cansar a los perros para que a pesar de su amarre no tiraran, y habiendo realizado la excursión en el más posible silencio, |
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| aún quedaban paisajes preciosos con los que disfrutar, |
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| y premio ya con el equipo guardado tuvimos un regalo final, la familia al completo. |
